INSTITUTO DEON

Hay un concepto generalizado de que los adultos después de cierta edad ya no pueden hacer deportes, o moverse con facilidad o aspirar a mantener su cuerpo con una cierta flexibilidad. Lo que comúnmente se dice es que ya no están para ciertas cosas. Imaginemos ahora que cualquiera de nosotros escucha esto para sí mismo. El efecto psicológico que produce en la mente es no menos que paralizante. Algunas personas con las que he hablado sobre el tema confiesan que a partir de que un diagnóstico de ese tipo les es anunciado, pierden interés en muchas cosas y se autoencierran pues se ven a sí mismos como seres que ya no les queda más que esperar a que pase el tiempo sin albergar esperanzas de volver a estar activos. El solo pensamiento de las condiciones que presenta el futuro, ya hace que se retraigan y se sientan más débiles.
En cambio hay quienes a pesar de que los años se suman en su documento de identidad, se mantienen con una enorme movilidad física, ágiles y activos mentalmente. ¿Cuál es el secreto? Simplemente que persisten en el tiempo trabajando su cuerpo y aprendiendo a relajar su mente.
En ese sentido, el Yoga fue y será siempre un maravilloso recurso para todas las edades sin excepción Mi experiencia me ha mostrado que aún quienes por distintas causas tienen mucha dificultad para movilizarse en un principio, luego de un trabajo constante de algunos meses comienzan a recuperar su natural elasticidad mejorando en muchos aspectos su calidad de vida. También es cierto que cuando el cuerpo no responde como la mente quisiera, uno pierde deseos de hacer planes o proyectos y se siente sin ganas de nada. Para esto, los ejercicios de Pranayama (práctica respiratoria), ayudan en la recuperación gradual de la energía. Estas técnicas son una herramienta indispensable ya que, desde el reencuentro con el interior de cada uno, se produce una elevación del pensamiento y por ende una re-energización del cuerpo, en particular en quienes dudan de su capacidad de volver con facilidad a hacer cosas que antes resultaban sencillas en la vida cotidiana. Es indudable que un cuerpo energéticamente sano es la condición básica para permitir a quienes tienden a perder de vista su futuro o se encierran en sí mismos.
Los ejercicios de movilidad en Yoga son suaves, y tienen el alcance que cada persona puede darle de acuerdo a sus posibilidades. Luego de algunas clases, en su mayoría los participantes comienzan a mirar hacia adelante con optimismo, con el fin de reencontrar objetivos de vida, que tantas veces se pierden en el horizonte de los que ya han vivido muchas experiencias. Estos ejercicios enfocados hacia la revitalización y la movilidad progresiva, son al mismo tiempo una forma de meditación, a través de la cual pueden resurgir aspectos internos que muchas veces ya se habían olvidado: fuerza, energía, vitalidad, autoestima.
La práctica de yoga encarada específicamente para un grupo compuesto por los más grandecitos, permite una cierta uniformidad en el desarrollo de la clase, pues se pueden encarar temas comunes a todos pero permiten a su vez que cada persona avance al ritmo de sus propias posibilidades, sin que sea necesario realizar esfuerzos importantes pero apuntando a reencontrar su plenitud. Cuando cada uno va recuperando algo de lo que creía perdido tanto a nivel físico como energético se produce un efecto multiplicador: la alegría es contagiosa y cuando alguien logra algo en la clase todos nos ponemos felices porque sabemos positivamente que la siguiente vez otra persona tendrá éxito en algún aspecto encarado en la clase. Hasta que todos van rompiendo con las autolimitaciones que se han impuesto y se dan cuenta de cuánto más lejos de lo que creían pueden llegar. Así se va recuperando la mente y el cuerpo, y a pesar de lo que diga el documento de identidad, uno siempre se puede superar. Sólo es necesario desafiarse a estar mejor y encontrar un grupo con el cual trabajar con seriedad y alegría a la vez. Lo demás viene solo.

Autores: Staff de la Revista Crecimiento Interior.

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