¿De qué manera los aromas afectan a nuestras emociones?

Fernanda y Lucía se encuentran conversando en la esquina de una plaza, cuando un aroma a Jazmín estimula sus sentidos.
Fernanda cierra los ojos y disfruta de ese perfume, el cual la traslada mágicamente a su feliz infancia y a las navidades en familia.
Lucía frunce su nariz y trata de aguantar la respiración hasta que la brisa aromática pase sin dejar rastros.
El Jazmín representa para ella cementerios y velatorios.
El mismo aroma... diferentes reacciones emocionales...

Que la Aromaterapia afecta a nuestras emociones es algo bien conocido desde la antigüedad, pero la manera neuropsicológica en que lo realiza, sólo las investigaciones actuales han podido demostrarla.

Este es un paso muy importante dentro de las Terapias alternativas en donde se manejan teorías basadas en la experiencia ancestral, puesto que para ser reconocidas por la sociedad actual, es necesario demostrarlas a través de métodos científicos.
Y las investigaciones dentro del campo de las Neurociencias, le han brindado a la Aromaterapia el basamento científico que la sociedad actual exige.

Para esquematizarlo de una manera muy simple los aromas son percibidos por nuestro cuerpo de la siguiente manera: en las fosas nasales se encuentra la mucosa olfatoria encargada de recibir el "mensaje odorífico" (el olor o aroma), el cual será transportado por las fibras del nervio olfatorio hacia el bulbo olfatorio.
Desde este Bulbo olfatorio el mensaje se transmite por dos caminos diferentes. Uno se dirigirá hacia el Hipotálamo (quien controla las respuestas vegetativas) y hacia el epitálamo (quien controla las respuestas somáticas); y el otro llevará el mensaje hacia el Hipocampo y la Amígdala.

Ahora bien... una vez que el mensaje llega a estas zonas, se comienza a formar parte de un circuito en donde participan complejas estructuras cerebrales. Este circuito se denomina Sistema Límbico y es el encargado de integrar el olfato, la memoria y las emociones.
Algunas de las estructuras que componen al Sistema Límbico son: el Hipocampo, la Amígdala, el Septum y el Fornix; pero no nos detendremos a hablar de cada una de ellas puesto que todavía queda mucho por descubrir sobre sus funciones.

Lo importante entonces a saber, es que a partir de un aroma que percibimos casualmente, éste nos recuerda inmediatamente una situación vivida en el pasado y hace surgir en nosotros la emoción experimentada en ese momento. Y todo esto es posible gracias a que existe en nuestro cerebro un sistema integrador del olfato, la memoria y las emociones.

Pero no siempre las emociones que surgen son deseadas o placenteras, a veces el aroma puede activar recuerdos tristes de situaciones amargas del pasado.
Este es el caso de Lucía, quien trata de contener la respiración para evitar los recuerdos que la transportan hacia los cementerios y los velatorios.

Otro ejemplo lo encontramos en la película romántica "Alguien como tú": la protagonista es abandonada por su pareja de la cual se encuentra locamente enamorada. En un acto desesperado e inocente, acude al médico para solicitar que le extirpen la Amígdala (estructura que forma parte del Sistema Límbico), puesto que al sólo oler casualmente el aroma de vainilla, revive con dolor todos los momentos compartidos con él.

Por ello es tan importante al momento de indicar un tratamiento Aromaterapéutico el conocer aquellos aromas que le resultan desagradables a la persona que recibirá la indicación.
Muchas veces esos aromas que activan recuerdos dolorosos o estresantes suelen ya estar identificados.
Nuestro consultante puede decir: "no me gusta el olor a Patchouli porque es muy fuerte, "el olor a Pino me ahoga", "la Lavanda me recuerda a los hospitales", "la Mandarina me pone nerviosa", o simplemente "odio la Menta, ¡no sé por qué!".
No siempre existirá una razón lógica por la cual a la persona le desagrade cierto aroma, justamente porque tendrá que ver con situaciones del pasado que no desea recordar.
Pero al terapeuta le debe bastar con que el consultante exprese su desagrado, para borrar ese aroma de su lista a la hora de seleccionar los Aceites Esenciales a ser utilizados en ese caso en particular.

Otra razón por la cual el terapeuta debe conocer los aromas desagradables para el consultante, es que la conexión existente entre el olfato, la memoria y las emociones pueden producir el efecto contrario al que estamos buscando.
Por ejemplo, le indicamos a Clara tomar baños de inmersión con Aceite Esencial de Lavanda para relajarse, sin conocer que la Lavanda le recuerda una situación muy traumática vivida en su infancia, al perderse a los cinco años en el campo de sus tíos, caminando varias horas sin rumbo, y con un profundo miedo de no poder retornar jamás.
¿Producirá entonces la Lavanda el efecto que buscamos?, ¿el efecto que todos los libros y cursos de Aromaterapia nos enseñan que tendrá?, pues en la mayoría de las personas sí, pero en este caso en particular no.
Es por ello que siempre remarcamos la importancia de tomar en cuenta cada caso, y no aplicar fórmulas estereotipadas sin conocer en profundidad a la persona que intentamos ayudar.
El diálogo entre consultante y terapeuta es un punto fundamental para la efectividad de todo tratamiento Aromaterapéutico.

Autora: Marina Deon, International Federation of Aromatherapists (IFA) Federación Internacional de Aromaterapeutas, Associate Member (Miembro Asociado) Nº 9633, Londres, Inglaterra y Spa Management.



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