Comprender para poder creer, creer para poder comprender

Es muy probable que en línea de máxima, en la historia del pensamiento humano los desarrollos más fecundos sucedan frecuentemente en los puntos de intersección entre dos diversas líneas de pensamiento. Estas líneas pueden tener sus raíces en partes absolutamente diversas de la cultura humana, en tiempos diversos y en ambientes culturales diversos o de diversa tradición religiosa, por lo tanto si esas líneas realmente se encuentran, o sea si su relación es tal que pueda dar origen a una efectiva interacción, se puede esperar que puedan surgir nuevos e interesantes desarrollos.

Werner Heisenberg (premio novel de física en 1932, creador del enunciado del principio de incertidumbre)

El día 18 de diciembre pasado apareció, en un gran matutino de nuestro país, un artículo titulado "El fenómeno global de la medicina alternativa también prende fuerte entre los argentinos", y agrega: "Se utiliza para prevenir o tratar enfermedades. Su eficacia en el tratamiento de algunas dolencias y los menores costos impulsan una rápida expansión. La OMS sigue de cerca el proceso y pide reglamentar la actividad."
Pero ¿por qué existen dos tipos de medicina: la tradicional y la alternativa?.
La razón hay que buscarla muy atrás en el tiempo. En su origen se trataba de una única medicina, que buscaba por todos los medios conocidos precaver y curar las enfermedades del cuerpo humano.
Esta medicina tiene miles de años de antigüedad. Posteriormente, al menos en occidente, la medicina llamada "tradicional" o "alopática", tomó fuerza, y debido a su enorme capacidad de cura y prevención sobre el denominado cuerpo físico, fue desplazando dentro del mundo de la salud, a la otra, a la que hoy llamamos alternativa. Sus resultados eran tan asombrosos que casi nadie prestó atención a sus efectos secundarios.
Con el tiempo la medicina tradicional fue reglamentada, aparecieron las facultades, los títulos, los médicos, y se prohibió a los no médicos la actividad.
De este modo la medicina alternativa quedó relegada e incluso en muchos lugares perseguida. Sus seguidores no podían probar científicamente sus métodos, y muchas veces fueron colocados dentro de la figura de farsantes. No fue necesario reglamentar una actividad prohibida.
Pero, a pesar del avance de la tecnología la ciencia médica tradicional mostró su incapacidad en ciertas dolencias, y en otras sus efectos colaterales eran tan dañinos que hacían recordar la frase popular "peor el remedio que la enfermedad".
Esto provocó que cambiara la actitud de muchos terapeutas. Dice un especialista del Hospital Italiano de Buenos Aires: "que para determinados pacientes y cuadros clínicos, la medicina alternativa es tan útil como la tradicional (síntomas de difícil definición, alergias, dolores musculares, etc), y aclara que: "Por lo general, se recurre a la medicina alternativa cuando hay fallas en la tradicional, sobre todo si esta última dedica poco tiempo al paciente, generando una relación médico-paciente deficiente a las necesidades del individuo y convencido de que el factor "fe", es clave en cualquier abordaje terapéutico."
Si bien el factor "fe" es clave en los tratamientos, de ningún modo se puede pensar que las terapias alternativas consisten en un efecto placebo, pues como el mismo artículo reconoce: "El éxito de terapias como la acupuntura, capaz de aliviar distinto tipo de dolores; el yoga, indicado para atenuar los ataques de asma; y el tai chi elegido por muchas personas mayores que quieren rejuvenecer sus físicos, son tan solo algunos de los buenos resultados que están haciendo que la medicina complementaria y alternativa se expanda globalmente."
Recién en esta época se está reconociendo que la medicina tradicional, la línea terapéutica oficial, no se ocupa de la totalidad de los cuerpos del ser humano. Su objeto de estudio es solamente el "cuerpo físico". Difícilmente un médico tradicional quiera escuchar palabras del tipo "cuerpo energético", "cuerpo emocional, o "doble etéreo". No corresponden a su ámbito de estudio y cuidado.
Por otra parte existe la otra línea terapéutica, la de la medicina alternativa, que está resurgiendo. Ella se ocupa del cuerpo físico, y en este caso complementa la actividad de la medicina tradicional, pero además se ocupa de los "otros cuerpos", esos que el médico ignora. De este modo, la medicina alternativa, se perfila nuevamente como una línea de conocimiento y aplicación de indudable vigencia para la salud humana.
Reconocida hoy la medicina alternativa, surge entonces el tema de su reglamentación.
Se argumenta en el artículo que: "La falta de evaluaciones, a su vez, ha frenado el proceso de reglamentación y legislación."
Pero, si por evaluar entendemos realizar controles y estadísticas, eso no es ninguna traba, es factible realizarlo. Pero, si por evaluar entendemos medir con los precarios instrumentos que hoy posee la ciencia, los tratamientos alternativos, entramos en un terreno pantanoso.
¿Cómo podremos evaluar aquello que no es medible?. ¿Se ha prohibido alguna religión por no haber podido probar científicamente la existencia de su Dios?.
Entonces el problema no surge por la falta de evaluación, sino por el objeto tutelado: la vida humana. Con razón se trata de protegerla de aquellos que buscan comerciar con la vida de los demás.
Aclara la OMS "...que la ausencia de una reglamentación o la mala utilización de cierto tipo de medicinas tradicionales puede tener efectos dañinos o incluso peligrosos para la salud." "La gran contra es el daño que hacen los chantas", resume el Dr. Santibañez en dicho artículo.
Bienvenido sea el Gobierno que tome la decisión de reglamentarla. Se alejará de ese modo de la actividad, a los mal intencionados y se podrán crear centros de capacitación reconocidos para los bien intencionados.
El Estado estará cumpliendo su obligación de proteger un bien fundamental para el ser humano: "la salud". De ese modo podremos ser uno más de los veinticinco países, que en el año 2000, tenían una política nacional al respecto.
Este será un paso necesario, pero no suficiente, pues aún el paciente se verá obligado a elegir. Dice el artículo: "En algunos hospitales públicos de Alemania y Suiza el paciente decide, por ejemplo, si el pos operatorio se trabaja con alopatía o terapias naturales."
Para superar esta etapa, en la cual la carga de la elección recae únicamente sobre el paciente, será necesario dar un paso más.
Así nos llevará a la intersección de estas dos diversas líneas de pensamiento: medicina tradicional y medicina alternativa. De esta manera se podrá dar origen a una efectiva interacción, de la que puedan surgir nuevos e interesantes desarrollos.
Pero no será un paso fácil, en el medio existe un océano de dudas. Para lograrlo deberemos aplicar el principio de la escolástica que dice: "Comprender para poder creer, creer para poder comprender".


Autor: Dr. Dino Ricardo Deon.