REGRESANDO A LOS VALORES
DISFRUTAR LO BUENO
En el Consulado de México en New York hay, en estos días, una afluencia tres veces mayor de personas que en otras épocas. Ellos quieren volver a su país.
¿El motivo?. Simple. En una economía en recesión y ante un eventual peligro de ataque terrorista, la gente valora más el estar cerca de sus seres queridos antes que una eventual ganancia económica.
En Estados Unidos, la gente sale menos al cine o a cenar, prefiere quedarse en el hogar, con su familia. En Miami, como en otras ciudades, se ven carteles que dicen "Unidos nosotros estamos", haciendo un juego de palabras con el nombre de la Nación.
Estas personas están regresando a valores más importantes. Están redescubriendo la familia, la unión entre personas. Están mirando más lo que tienen ya a su alcance. Objetos que estaban dejando de disfrutar en aras de conseguir aquello que está más lejos: el Dinero sin límite, para tratar de cubrir otras necesidades ocultas. Vuelven a conectarse con otro disfrute, más natural, menos moderno.
Y este disfrute está tan cerca de nosotros que con sólo pensarlo, si queremos, podemos alegrarnos, y afirmar: "El que está seguro de disfrutar, ya está disfrutando."
Sí, ya se, Usted leyó la editorial del mes anterior y se dio cuenta de mi poca imaginación, pues lo único que hice fue invertir el contenido de la famosa frase de Montaigne que en el sigo XVI dijo: "El que teme sufrir, ya está sufriendo".
Esto es consecuencia, no solo de mi falta de creatividad, sino de expresos consejos de Hermes Trismegisto que hace miles de años dijo que había que concentrarse en lo que uno quería. Pensar en lo que uno quería, no en lo que no quería. Pensar en lo que uno tiene, no en lo que a uno le falta.
Usted podrá decirme que una cosa es pensarlo y otra es realizarlo, llevarlo a la práctica. Y que es casi imposible en un país en el cual, quizás por falta de medidas responsables, mucha tierra fértil se encuentra bajo un manto de agua. En un país que no siempre los políticos responden a nuestras aspiraciones. En un país en el cual se toman medidas económicas que asustan a los más valientes. En un país donde nuestro amigo más optimista está sumergido en una crisis depresiva. En un país donde la inseguridad personal la vemos no solo en los diarios. Y su lista podría seguir, pero Usted, por respeto al lector la suspende, y se limita a decirme:
- ¿Cree Usted que en un país así se puede sostener su frase de: "El que está seguro de disfrutar, ya está disfrutando".
Para responderle, quiero que nos detengamos un momento en lo siguiente: es fácil darse cuenta que la frase de sufrir de Montaigne se acepta como verdad, la otra es rechazada. ¿Por qué?. Usted seguro me interrumpirá de nuevo para hacerme ver que la realidad nos conecta con el sufrimiento, no con el disfrute. Estamos en un mundo de sufrimiento "¡o Usted no lee los diarios!", me dirá indignado.
Y aquí, como siempre aparece el sujeto optimista en mí.
Hace casi veinte años atrás, como asesor económico, escuché a un cliente decir: hemos llegado al fondo. Ya no se puede estar peor. Él comparaba la situación del país de esa época con momentos anteriores de mejor suerte. Él se equivocó: se podía estar peor económicamente, mucho peor. Él sufría por una realidad, que vista retrospectivamente parece el paraíso.
El ser humano tiene una particularidad muy importante: tiene los ojos, las manos y los pies, orientados hacia el mismo lado: hacia delante. Por lo tanto quizás hasta como diseño estemos preparados para tomar lo que viene hacia nosotros: el futuro. Aparentemente lo que necesitamos entonces está adelante nuestro. Y si lo que vemos adelante, el futuro, se manifiesta como malo, aparece el sufrimiento.
Imaginemos por un momento un camión que tuviese adelante un aparato que le permite tomar objetos y colocarlos en la caja del camión justo atrás de la cabina. Nosotros somos el conductor, y de pronto observamos que más adelante, en la ruta no parece haber objetos interesantes para cargar. Es más, parece un desierto, podemos anticipar épocas muy feas. Y para peor no vemos ninguna estación de recarga de combustible. Por lo tanto ni siquiera tratamos de avanzar. Nos quedamos a sufrir en el desierto. Nos deprimimos, nos abandonamos a nuestra suerte. Hace muchos años vi una película muy interesante. A unos ladrones que están huyendo, se les descompone el automóvil, para seguir viaje roban un camión de carga de Combustible y se internan en el desierto. Hasta que se quedan sin agua, desesperados buscan agua pero no la encuentran. Agotados por la sed son fácilmente atrapados. Luego se enteran que el camión robado, ya no se usaba para transporte de combustible, ahora era un transporte de agua. Buscaban el agua afuera del camión y estaba adentro. En su tanque.
Rara vez uno se conecta con lo que ya tiene, con lo que está atrás en "la caja de nuestro camión". ¿Por qué hago una afirmación tan rotunda?. Pues, porque no veo la gente alegre por la calle mirándose las maravillosas manos que poseen, ni comentando unas a otras sobre sus piernas que les permiten trasladarse con facilidad de un lugar a otro. Ni siquiera veo, gente agradeciendo a Dios, en cualesquiera de sus formas, que pueden gozar de la vista. La tradición popular aún conserva una frase que dice: "basta la salud". Otras personas por la mañana hacen una especie de plegaria agradeciendo lo que tienen, luego, durante el día se amargan, sufren, por todo lo que no sale de acuerdo a lo deseado. Dicen que la vida es un juego, y que en consecuencia no se la debe tomar demasiado en serio. ¿Y en qué consiste el juego?. En que estamos en el mundo de los opuestos: o sea se presentan dos realidades, dicho en palabras simples "lo bueno y lo malo" de este mundo. Nuestro crecimiento personal consiste en saber elegir el camino correcto. Aceptar lo malo y negar lo bueno, no parece lo más acertado. Como decíamos el mes pasado respecto a las noticias: una de las realidades se nos hacen presentes con facilidad, la otra hay que buscarla.
Respecto al contenido de "la caja del camión" ni siquiera tenemos que buscarlo: sólo tenemos que detenernos un momento, mirar en su interior: percibirlo, verlo y disfrutarlo.
En momentos de crisis, como estos, es cuando más hay que valorar lo que ya tenemos en el camión:
Valorar los seres queridos
Valorar la salud
Valorar el disponer de medios físicos
Valorar el desayuno
Y luego, sin perder de vista esta perspectiva, salir al juego de la vida. Y si algo nos lleva a un lugar de sombras obscuras, buscaremos de salir lo antes posible a la luz del sol, mientras pensamos: "El que está seguro de disfrutar, ya está disfrutando".
Autor: Dr. Dino Ricardo Deon.
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