HIPNOSIS,
UN POCO DE HISTORIA

Podemos situar el inicio de la historia formal de la Hipnosis en 1765 con los trabajos de Franz A. Mesmer y sus curaciones colectivas espectaculares. Mesmer proponía que las enfermedades eran consecuencia de una "aberración de la armonía orgánica" producida por la concentración inadecuada de un fluido magnético invisible que se asentaba en el cuerpo humano proveniente del sol, la luna, los planetas, la tierra, los metales y los animales. Pensaba que la curación consistía en hacer fluir el magnetismo, retirarlo de una zona del cuerpo y hacerlo llegar a otra, a través de la voluntad y la concentración mental y con ayuda de ciertos instrumentos externos: una vasija con agua a la que se añadía limaduras de hierro ("agua magnetizada") y varillas del mismo material. Mesmer preparaba un ambiente especial, a media luz, con música, para realizar ahí su tratamiento, que primero fue individual y después colectivo. Reunía a los enfermos en grupos y los curaba "magnetizándolos" con varillas sumergidas en esta agua preparada o con pases manuales que él les hacía, concentrándose mientras paseaba entre ellos. Los enfermos presentaban fenómenos somáticos provocados por la sugestión: tosían, sudaban, algunos convulsionaban y, en muchos casos, obtenían alivio a sus males. Poco a poco, de la curación se pasó al espectáculo teatral. Hoy en día, cuando oímos hablar de la hipnosis, todavía pensamos en una situación de espectáculo. La primera imagen que se nos ocurre es la de una persona poderosa que está controlando la mente de otra que, dormida, irremisiblemente la obedece porque ha perdido la conciencia y la voluntad. Esa imagen proviene de que todos nosotros, hemos estado en contacto con la hipnosis de teatro y tal vez algunos han escuchado que durante el siglo pasado y principios de éste, la hipnosis se utilizó en la medicina y la psicoterapia y se abandonó quién sabe por qué. Habrá quien piense que dejó de utilizarse por su ineficacia, otros sabrán que Freud dejó de usar la hipnosis porque sus pacientes se negaban a recordar lo que él les ordenaba o porque con ella desaparecían los síntomas y después de un tiempo volvían a aparecer, porque el conflicto que los había originado quedaba irresuelto.
Las imágenes que se describen más arriba corresponden en parte a la hipnosis clásica, con la que trabajaba Freud, en donde se proponía que el papel del hipnotizador consistía en inducir en el sujeto un estado en que estuviera receptivo a sus sugestiones, el trance. En términos generales, se dice que el trance es un "estado alterado de conciencia", identificando a ésta con la "normalidad" como si todo lo que no es conciencia fuera un "estado alterado". En los inicios de la historia formal de la hipnosis, se pensaba que el trance era un estado patológico o cuando menos implicaba tener una mente débil. En términos modernos, es un estado en que las facultades mentales críticas: "el razonamiento y la lógica están temporal y parcialmente suspendidas y la persona está imaginando y sintiendo más que pensando". Neurofisiológicamente, se define como un estado en que el sujeto está funcionando bajo el predominio de su cerebro derecho. El sueño fisiológico es otro estado alterado de conciencia, en donde se dan fenómenos similares a los del trance (alucinaciones, pérdida de la noción del tiempo, etc.) que dependen de la actividad del cerebro derecho. En la vigilia estamos bajo el predominio del cerebro izquierdo.
Si definimos a la hipnosis como una técnica para inducir un estado alterado de conciencia con algún fin determinado, habría que buscar el inicio de la historia informal de la hipnosis en los orígenes de la humanidad, de la cultura, en los ritos mágicos y religiosos o la adivinación de los sueños, en el arte de la profecía, en la medicina antigua y tradicional.
Los distintos elementos que constituyen estas prácticas, inducen al trance porque localizan la atención en sensaciones especiales: sonidos, olores, por ejemplo, que se dan dentro de un contexto particular en donde se tiene la certeza, que opera como autosugestión, de que ahí está sucediendo algo diferente.
Si regresamos a la historia formal de la hipnosis, en la hipnosis clásica se trataba de inducir un estado en que el sujeto perdiera la conciencia y el control para que éste pasara a manos del hipnotizador, con objeto de lograr que estuviera más receptivo a las sugestiones que provinieran de afuera.
Se hablaba de sujetos que eran más o menos hipnotizables (es decir que podían ser hipnotizados o no), más o menos sugestionables, y se crearon pruebas y escalas cada vez "más precisas" para medir los grados de hipnotizabilidad y de sugestionabilidad. Se inventaron más y más técnicas, que llenan los manuales de hipnosis clásica para burlar el control y la resistencia del paciente, para "profundizar" el trance y para evitar que la persona saliera de él a voluntad. Este fue el tipo de hipnosis que probó sus limitaciones.
La hipnosis moderna tiene sus antecedentes en los años treinta en Nancy, Francia. En la Escuela de Nancy (entre, cuyos exponentes destacan Liébault, Berheim y Coué) se consideraba que el estado de trance era un estado normal y no patológico como se afirmaba en la misma época en la Escuela de la Salpetriére, en Paris, donde trabajaron Freud y Charcot. En Nancy se proponía que el cambio se producía en una forma no consciente, a través de la imaginación y sin intervención de la voluntad. Se proponía también que las sugestiones operan solamente cuando encuentran en la persona que las recibe un eco interno y, en este sentido, son autosugestiones.
Congruente con los principios de Nancy, en los años cincuenta, Milton H. Erickson, psiquiatra norteamericano, desarrolló las técnicas hipnóticas clásicas dándoles un nuevo sentido e instrumentó nuevas. Incorporó todas ellas como parte de un estilo de comunicación en general y de comunicación terapéutica en particular, eliminando la formalidad y los rituales de la hipnosis clásica, de modo que se llegó a hablar de que Milton H. Erickson hacia "hipnoterapia sin trance", Sus aportaciones a la hipnosis moderna han sido fundamentales al grado que se le considera sinónimo de hipnosis ericksoniana.

Autor: Dr. Dino Ricardo Deon.