EL ARBOL DE LA NAVIDAD

El árbol de Navidad:
Hace un tiempo estuve en New York, y mientras la ciudad se preparaba para las fiestas de fin de año, y en especial para la navidad, mi anfitrión me contó como preparaban los festejos del árbol de navidad. Me explicó, con entusiasmo, que desde meses antes en toda la nación se buscaba al mejor Pino, el que reuniese las mejores características de la especie, el más bonito, el más sano, el más alto. Y una vez identificado y elegido, lo talaban. Luego con un helicóptero enorme, lo trasladaban a New York, donde lo colocaban en el centro de la ciudad. Finalmente lo engalanaban con las mejores luces y adornos, para que toda la gente de la ciudad pudiese ver este hermoso espectáculo. El mejor árbol de navidad, para conmemorar el espíritu de estas fiestas.

El árbol de Navidad:
Desde hacía unos meses los árboles presentían lo que iba a suceder, es que las señales no se podían confundir: la gente que pasaba revisando, el ruido de los helicópteros vigilantes, buscando. Era el momento fatal. El momento en que los humanos iban a identificar a un pino. Si bien los árboles nunca supieron con exactitud, porqué los buscaban, sí sabían a quién buscaban. Siempre estaban buscando al mejor de los Pinos, el que reuniese las mejores características de la especie, el más bonito, el más sano, el más alto. ¿Para qué querían identificarlo?. Para matarlo. ¿Y por qué lo hacían?. Se habían tejido conjeturas entre los árboles al respecto y todas coincidían en que se trataba de castigar al que sobresalía, al que entre los otros Pinos buscaba llegar más alto, acercarse a la luz, al sol. ¿Quizás a Dios?. Eso seguramente era un acto de soberbia, ¿quién se creía el pino, que pretendía destacarse?. Pero, a pesar de la amenaza de muerte, los árboles seguían creciendo, buscando ser mejores, buscando la luz. ¿Quién puede escapar a su naturaleza?. No puedes evitarla, sólo puedes llegar a ser lo mejor que hay en ti. Una vez muerto, al mejor de los Pinos se lo llevaban para exponerlo ante todos en el centro de su mejor ciudad.

Un árbol de Navidad:
Dicen que una vez un niño, escuchó sobre las festividades de Navidad en New York y del gran árbol de navidad que engalanaba las fiestas. Así llegó junto a su padre, justo para la fecha. El niño quería ver ese Pino, ese pino que habían buscado durante meses en toda la nación. Quería ver ese pino que reunía las mejores características de la especie, el más bonito, el más sano, el más alto. Quería ver el mejor árbol de navidad, para conmemorar el espíritu de las fiestas. El niño llegó a la plaza ansioso, tomado de la mano de su papá. Había tanta gente alrededor del árbol que pidió que lo levantaran para ver el Pino engalanado, y entonces el papá, feliz, lo levantó. Era un espectáculo imponente, la gente alegre, cantando villancicos, el árbol engalanado, y la música de la Orquesta que los envolvía. Y de pronto el niño miró y de inmediato lloró, y dijo angustiado:
- El árbol está muerto.
Quizás porque la luz se cortó un momento, y la música cesó un instante, quizás porqué un suave viento llevó sus palabras hacía los demás, lo cierto es que los que estaban cerca escucharon al niño, dejaron de reír, y comenzaron a repetir:
- "El árbol está muerto, hemos matado al árbol".
Dicen que desde ese día, que no tiene fecha, la gente buscó y encontró un modo de vivir plenamente la fiesta de navidad, buscando entender qué hacía, por qué lo hacían, y cuál era la verdadera magia contenida en la Navidad. En la festividad más hermosa del año. El nacimiento de Jesús.

Dicen que cuando nació el niño Jesús, en el pesebre había tres animales: un burro, un buey y un cordero. Estos tres animales que le dieron su calor, están también en nuestro ser: un burro, que representa la parte más obstinada de nuestra mente, así le decimos burro al que no quiere aprender. También está el buey, así se comporta nuestro cuerpo que trabaja sin cesar arrastrando las cargas que le imponemos, muchas veces más allá de sus fuerzas animales. Y finalmente el cordero. Este simboliza el espíritu divino que siempre está en nosotros buscando el camino del Señor.
Cuando matamos el árbol actuamos como el burro que no quiere aprender, cuando lo trasportamos usamos nuestro buey, que nunca pregunta con que males lo cargamos, y cuando nuestro niño descubre el daño y busca la luz somos también "el Cordero de Dios" que quita los pecados del mundo.

Queridos amigos:
¡Feliz Navidad!,
y que el Cordero de Dios esté con nosotros.

Autor: Dr. Dino Ricardo Deon.