EL SABER, ¿OCUPA LUGAR?
La etapa que sigue al secundario es vivida por quienes estudian en la universidad o una carrera terciaria, como una etapa de sacrificio necesaria para abrirse un camino en la vida.
Pero ¿qué sucede cuando después de terminada este período, uno se dedica a trabajar y trabajar y trabajar? La mente es como un gran campo cultivado. Cuando tomamos un sector del campo y trabajamos la tierra constantemente, llega un momento que se satura y queda infértil, se vacía de su potencial nutritivo. En cambio en las zonas donde no se planta nada, comienzan a crecer los pastos cada vez más altos, hasta que llegado un momento ya no se puede ingresar si no es con ayuda de un tractor. Así es con nuestra mente. Bien sabemos que el trabajo es lo que nos mantiene siempre activos, útiles. No importa cuánto trabajemos ni en qué, sino que nos mantengamos en actividad, en especial en algo que nos resulte placentero. Esto puede ser el secreto para mantenernos activos y mentalmente jóvenes durante muchísimo tiempo.
Sin embargo, si sólo nos dedicamos a trabajar, las restantes áreas de nuestra mente se cristalizan, y la "maleza" comienza a avanzar de tal modo que se produce una especie de bloqueo en sus capacidades de aprehender. A veces esto puede medirse como falta de eficiencia o dispersión.
Dicen que el saber no ocupa lugar. En realidad me atrevo a decir que el saber nos permite abrir espacios dormidos en nuestro cerebro y crear cada vez más lugar. Porque aprender algo refresca la mente, agiliza las neuronas y permite que las capacidades de captación del entorno y nuestra memoria estén más despiertas. Es indispensable recordar que para realizar este proceso no hay edad. Los 30, los 50, los 80 años son todas buenas edades para aprender algo. Y cuanto más avanzada es la edad, más ventajas hay, porque la persona que ya ha vivido muchas cosas, tiene la posibilidad de no desesperarse por incorporar los conocimientos a toda velocidad, sino que disfruta y saborea cada pequeña cosa que aprende.
Es muy alentador saber que a cualquier edad uno siempre puede encarar la idea de estudiar. Que nuestra vida siempre es renovable y que la mente siempre puede ser limpiada y cultivada otra vez. Aunque no lo hayamos hecho por mucho tiempo, la capacidad latente de activarse nunca muere.
"Renovarse es vivir", dice un viejo dicho y es cierto. A veces uno pone resistencia a creer en esas cosas. Pero la sabiduría popular rara vez se equivoca. Y si no, si hace mucho que no aprende nada. ¿Qué le parece empezar ahora y ver qué pasa?
Autores: Staff de la Revista Crecimiento Interior.
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