EL FAROL

Un día Don Dios miró desde arriba y vio que había una calle linda de día pero oscura de noche. Era una zona de descampado. Cuando desaparecía la luz del sol, la calle se convertía en un lugar realmente peligroso para cualquiera que pasara.
Entonces luego de pensar un poco se decidió y mandó bajar un farol de luz, con 6 lamparitas especiales para esa calle.
Farol sintió algo extraño. Era como que nacía a la vida. Abrió los ojos y se vió ahí parado a un costado de la calle. Esta era estrecha y realmente oscura, y a él la oscuridad le producía miedo. Se preguntó por qué justamente Don Dios lo había puesto en ese lugar tan feo.
Todavía recordaba vagamente que su anterior trabajo había sido de mástil de un barco carguero, y de pronto tomó consciencia de que no se acordaba para que Don Dios lo había enviado al planeta tierra.
Miró a los costados y se dio cuenta de que no estaba solo. En la misma calle había otros seres muy parecidos a él. Averiguando un poco se enteró que se llamaban postes de teléfono. Y allí estaban, orgullosos de sostener unos pesados cables negros dentro de los cuales le contaron que viajaban las voces de los humanos de un lado para el otro y sin confundirse. Decían que por esos cables podían viajar miles de voces y en sentido contrario unas a otras, a gran velocidad y sin chocarse, incluso sin mezclarse. Realmente visualizar esa cantidad de voces corriendo de un lado para el otro dentro de los cables era algo que superaba su capacidad de imaginación.
Así fue la primer jornada de Farol en el nuevo mundo.
Llegó la noche y farol, de golpe y sin proponérselo, se encendió. Ni él lo podía creer. Fue de pronto y sin que el hiciese el menor movimiento. Así por lo menos lo juró posteriormente a sus nuevos amigos, los "postes telefónicos". Declaró con énfasis, en la reunión de emergencia que se realizó al día siguiente, que "El no había tenido nada que ver con los extraños sucesos de aquella noche".
De acuerdo a los testimonios de los testigos presenciales, en especial del poste de teléfono que estaba plantado justo en la vereda de enfrente, la investigación realizada determinó los siguientes hechos: Cerca de las 22.00 horas, Farol había comenzado a emitir una luz como la del sol en medio de la noche. Fue entonces cuando sus vecinos más cercanos comenzaron a gritar "Miren, Farol se está incendiando. El, no comprendiendo lo que estaba sucediendo, asustado y extrañado tanto como los demás, empezó a moverse de un lado para el otro, se tocó todo el cuerpo apretando y moviendo todo lo que encontraba, hasta que finalmente se apagó. Todos se calmaron en la calle.
Después de esa terrible experiencia Farol tuvo algunas pequeñas recaídas, en las cuales se encendió por breves momentos, pero que finalmente él lograba dominar volviendo a la oscuridad. Hasta que con el pasar del tiempo, que todo lo cura, para su propia tranquilidad y la tranquilidad del vecindario Farol no volvió a emitir luz.
Una noche que Don Dios, no teniendo nada mejor que hacer, dirigió su mirada hacia nuestra calle, vió que estaba oscura, y se extrañó, pues estaba seguro de haber enviado un farol para iluminarla. Puso entonces Don Dios un poco más de atención en la escena y vio a Farol totalmente apagado. Extendió un poco su brazo a través del infinito y con la punta de su energía le dio un pequeño golpecito en la cabeza a Farol, como cuando golpeamos con la punta del dedo una lamparita de luz que tiene el filamento flojo para que vuelva a encenderse. Pero no se encendió. Don Dios se dijo: "parece que no funciona" y fue a ocuparse de algo más importante en otro sector del universo.
La versión de los hechos de Farol, al día siguiente fue diferente pues dijo: Había caído la noche y todo estaba oscuro. Como siempre yo estaba temeroso que algo pasara. Es más, tenía unos extraños presentimientos de que algo muy desagradable podía sucederme. Como Uds. saben, acá en esta calle, si tiene que pasar algo malo siempre pasa cuando se va el sol. Como les decía, era de noche y de pronto lo sentí. Sí, era una experiencia extraña y me asustó, cerré fuerte los ojos, y lo sentí llegar, luego el golpe sobre mi cabeza, fue como un mazazo que casi me derriba. No se cómo no me desmayé. Imaginen Uds. yo solo en la oscuridad, y sintiendo esa agresión gratuita...
La angustia y un poco de llanto no le permitieron seguir hablando.
Todos buscaron de calmarlo a su modo: algunos le contaban sus propias y aterradoras experiencias de las cosas que les habían pasado cuando caía la noche y a pesar de todo seguían viviendo. Otro más anciano buscó de explicarle que el mundo tenía esas cosas, que estaba el día, pero que inevitablemente luego venía la noche, el miedo, el dolor. Que todos querían más luz, pero que hay que aceptar la vida tal cual es.
Finalmente lo convencieron y Farol creyó entender cuál era el sentido de la vida. Siguió parado en la calle, sin entender mucho "para qué" lo habían mandado al planeta. Y cada tanto se preguntaba por qué no le habían asignado ninguna misión, y pensaba, con un poco de envidia, en sus amigos, que habían sido asignados a la noble misión de sostener los cables del teléfono.
Y así pasaron los años y Farol siguió viviendo apagado.
Cada tanto Don Dios mandaba a alguien a darle un golpecito en la cabeza para ver si se encendía de una buena vez, pero Farol se mantenía firme en su actitud de seguir sin luz.
Dicen que un día Don Dios en una reunión con los Angeles se quejaba de los seres que él personalmente bajaba al planeta tierra para cumplir un "fin social" y que no cumplían con su misión.
Y usando de ejemplo a Farol dijo:
Es extraño, necesitaban luz en una calle, y bajé a Farol. Un poste con el "Don" de iluminar de noche, y ahora Farol no sólo no ilumina sino que parece que se asusta de tener luz.
Quizás el cuento terminó, quizás no. Si sientes cerca tuyo como el aleteo de un Angel, presta atención. Quizás tienes un Don y olvidaste tu misión.

Autor: Dr. Dino Ricardo Deon.