UNA PIERNA ATADA A LA ESPALDA

Carlos fue a consultar al maestro. Este como siempre lo dejó hablar y luego comenzó a contarle un cuento:
- En una ciudad muy lejana vivía Saltuss, dijo el maestro. -Era una ciudad donde todos vivían saltando en una pata. Un día Saltuss se despertó como tantos otros días, y comenzó su habitual jornada. Se puso de costado en la cama, dobló la pierna derecha de modo que su talón quedara apoyado sobre la parte de atrás de esa pierna, se ajustó unas cintas especiales sobre la pierna, para que ésta quedase bien acomodada en ese lugar, y se levantó "saltando en una pata". Así saltando sobre su pierna izquierda fue al baño, luego tomó el desayuno y se fue al trabajo.
Por la calle los otros también iban, como correspondía, con una pierna atada a la espalda y saltando con la otra pierna. Desde pequeños se les enseñaba que no se debía intentar caminar sobre las dos piernas, sino usar sólo la izquierda.
Un poco antes de llegar al trabajo Saltuss, pasó saltando por delante del Centro de Deportes y recordó la alegría del último domingo. El había participado en una carrera de cien metros compitiendo contra más de 400 corredores. Aún recordaba los aplausos cuando él había cruzado la línea victorioso. Apenas lo había podido creer: en 57 segundos había corrido los 100 metros reglamentarios. ¡Era todo un récord!.
Esa tarde a la salida del trabajo Saltuss, se encontró con un amigo y ambos saltando en una pata dieron un paseo por el parque, saltaron casi 30 metros, luego agotados por semejante esfuerzo se sentaron a descansar.
Un rato después, ya casi anocheciendo Saltuss regresaba solo hacia su casa saltando en una pata, cuando vio algo increíble por la calle. Un hombre, que por sus extrañas ropas evidentemente era extranjero. Pero lo que más le llamaba la atención no era precisamente su vestimenta, sino el extraño modo por el que se movía por la calle. En vez de tener una pierna atada a la espalda se trasladaba con las dos piernas, pasando el peso de su cuerpo rítmicamente de una a la otra a medida que avanzaba. Además se lo veía relajado mientras lo hacía.
Saltuss no pudo evitar detener al extranjero y preguntarle qué estaba haciendo. El le sonrió, le miró la pierna atada y lo invitó a tomar algo señalándole el bar que quedaba en la esquina. Fue difícil para Saltuss seguirlo pues iba muy rápido por la calle con ese "método" de apoyar los dos pies al caminar.
El extranjero que dijo llamarse Equilibrus, le explicó que no había necesidad de andar en la vida saltando sobre una sola pierna, que si Dios nos había dado dos piernas era para usarlas armoniosamente, moviéndose de una a otra, pasando de una a otra al caminar.
El maestro interrumpió de golpe el relato y miró a Carlos para ver si había entendido. Pero era evidente que Carlos no comprendía, pues le preguntó:
- ¿Pero que relación tiene esto con mi problema, maestro?.
- Hijo, sonrió el maestro y dijo, - Con el cuento le he hablado en imágenes a tu ser creativo, ahora le hablaré con términos técnicos a tu racional para que pueda entenderme...
- Maestro, interrumpió Carlos, recién empieza a hablarme y ya no lo puedo entender. ¿Qué me quiere decir con "ser creativo" y con "tu racional"?.
- No me interrumpas hijo. Sabes que el cerebro tiene dos hemisferios, derecho e izquierdo...
- Si maestro eso ya lo sé, dijo Carlos interrumpiendo de nuevo.
- Bueno, sabes también que el izquierdo es el racional y el derecho es el creativo.
- Bueno sí, pero sigo sin entender.
- El izquierdo, continuó el maestro, o racional es por tanto el que tu utilizas para pensar "racionalmente". Esta parte del cerebro te sirve para desmenuzar en partes los conceptos, los hechos, la vida. También te sirve para volver a unir las partes y formarte la idea del todo, también para ejecutar lo que quieres, para materializar tus deseos. En definitiva hacerlos realidad.
- Entendí todo maestro y no entendí nada. ¿Qué es lo que me quiere decir?.
- Hijo tu procesas toda tu vida a través de esta parte de tu cerebro.- El maestro hizo una pausa como queriendo encontrar un ejemplo y agregó - Te quiero explicar que usando sólo esa parte racional de tu cerebro no tendrías más remedio que describir por ejemplo un beso como : "el contacto de dos superficies de piel con intercambio de substancias salivares".
- Bueno hijo, cuando tu usas sólo esta parte de tu cerebro estás viviendo sobre una sola pierna, pasas por la vida saltando sobre tu pierna izquierda. Tu otro hemisferio, el creativo, es el de las sensaciones, el de las ideas, los impulsos no racionales, el de los sentimientos (por decirlo de algún modo) el que "sabe" las cosas pero que no puede explicar "cómo" las sabe. El que sabe lo que quiere pero no sabe materializarlo, concretarlo. Hay gente que usa sólo esta parte del cerebro, la creativa. Son fáciles de identificar para ti, son los que por ejemplo llamarías bohemios, o líricos, o que están volados, que no tienen contacto con la tierra, que no están apoyados en la realidad de la vida. Estos también viven saltando en una pierna, pero ellos saltan sobre la derecha.
- Te propongo entonces que aprendas a usar tus dos hemisferios armoniosamente, aunque al principio te parezca extraño, que te sientas torpe, aunque tus amigos se burlen de ti, por tus cambios "extraños". Aunque por un tiempo te hagan a un lado, hasta que puedan ver tu cara relajada mientras caminas y ellos, tensos, van saltando a tu lado. Cuando te des cuenta que puedes correr 100 metros en 12 segundos en vez de 57, que puedes pasear tres kilómetros por un parque en vez de 30 metros, llegará el día que intrigado, alguno de ellos te pregunte:
- "¿Cómo lo lograste?" - y tu, a través de tus palabras, lo ayudes a desatar las sogas de su pierna. Entonces lo verás a él también caminando feliz y relajado y ese día sentirás un enorme placer en tu interior.
En ese momento a Carlos se le iluminaron los ojos: finalmente había entendido el mensaje. Carlos pasó el resto de la tarde con el maestro, y luego salió a caminar por la calle. Se dejó llevar por la suave brisa de primavera hasta la plaza de la esquina, se sentó en un banco, cerró sus ojos y aspiró el suave aroma de las flores, dejó que sus pensamientos se diluyeran en el universo que lo rodeaba y se puso a hacer un ejercicio de meditación que le acababa de enseñar el Maestro. Fue así como Carlos por primera vez comenzó a sentir cómo en su interior se soltaban ataduras de muchos años. Y sonrió mientras se visualizaba desatándose la pierna que tenía atada a la espalda.

Autor: Dr. Dino Ricardo Deon.