LA LUNA: ARCANO XVIII
Descripción y su simbolismo

Cuando sentimos que nos encontramos perdidos en la noche de la vida, ¿puede una sola carta del Tarot darnos claves precisas para encontrar la luz?.
La respuesta es "Sí", y la carta es esta: "La Luna".
Este arcano, nos orientará a través del sinuoso camino de la superación, utilizando unos pocos símbolos. Ellos son:
- Un sendero.
- Un pantano.
- Un cangrejo.
- Una tierra fértil.
- Dos perros, o quizás un perro y un lobo.
- Dos torres.
- La luna.
- Gotas de energía que suben hacia la luna.

Iremos viendo cómo estas imágenes, en vez de ser símbolos dispersos, se van entrelazando y reforzando mutuamente hasta formar en nuestra mente, durante la lectura, un todo superador distinto para cada uno de nosotros. Ese es el gran poder del símbolo: ser siempre el mismo y al mismo tiempo decir verdades diversas.
Así veremos como aparece Hércules y dos de sus famosos trabajos. Ellos están simbolizados en "el pantano", "el cangrejo" y "el perro Cerbero".
Veremos cómo el significado del inconsciente, y de lo primitivo que existe en nosotros, aparece no sólo en las aguas del pantano, y en la Luna, sino también a través de los animales. El cangrejo y los perros hacen referencia clara a nuestra naturaleza inferior.
Veremos referencias al mundo del más allá. Al ir recorriendo el sendero de la vida aparecerá su contrapartida, la muerte. Aparecerá el Mundo de los muertos cuya entrada se encuentra custodiada por el perro Cerbero. La luna, que nos mostrará su cuarto menguante, dirigiéndose inexorablemente hacia su muerte. Tendremos también otra referencia a los límites del mundo humano en las Torres que indican el portal a "otro mundo". Finalmente el pantano, siempre listo para tragarnos y llevarnos contra nuestra voluntad a submundos infraterrenos.
Veremos cómo todo el viaje se realizará en el mundo de la dualidad: la vida y la muerte, el perro blanco y el negro y las torres.
Hechas estas primeras aproximaciones comencemos con la primer clave, o sea con el nombre de la carta denominada "La Luna".
Es la primer advertencia de este arcano. Nos indica que durante todo el recorrido que propone esta carta, estaremos influenciados por LA LUNA.
¿Somos seres independientes, o nuestra vida se halla dentro de un ecosistema planetario dentro del cual La luna, entre otros elementos, nos condiciona y orienta?.
Indudablemente la ficción de independencia es útil para ciertas tareas, y peligrosa para otras.
Todos sabemos, o deberíamos saber, como lo sabían nuestro abuelos, cuan importante y dependiente es nuestra vida de este astro.
Los seres humanos que nos precedieron fueron descubriendo cómo la Luna influenciaba con sus distintas fases, los ciclos de la vida y cómo esta influencia se manifestaba en los distintos reinos de la naturaleza. Así cada cultura fue transmitiendo este conocimiento para beneficio de la siguiente.
Los agricultores a fuerza de errores y aciertos descubrieron que si plantaban o cosechaban en luna creciente los resultados eran diferentes que en luna menguante. Una vez descubierta la conexión comenzaron a someter sus actividades a los mandatos que la Luna les imponía. De este modo un calendario que incluyera las fases de la luna fue elemento indispensable en el hogar de cada agricultor.
Las matronas, y luego las parteras, pudieron observar que se incrementaba la cantidad de partos en luna llena, y los hospitales y la policía verificaron que se producían hechos de mayor violencia que en otras fases de la luna. Ellos también adaptaron sus actividades a esos ciclos.
Los marinos descubrieron que la Luna, reina de la noche, tenía el poder de ordenar a las aguas del mar que subieran y bajaran bajo su férreo mando. También ellos aprendieron a someter su voluntad al astro nocturno y a utilizar esa información para su propio beneficio.
Como ustedes saben, la luna produce sobre la vida en nuestro planeta muchos otros efectos. De este modo percibimos cómo la naturaleza y la luna forman un todo inseparable que no podemos y no debemos ignorar.
La primera advertencia, para comenzar nuestro viaje dentro del territorio de la luna es actuar en armonía con sus mandatos. La Luna es la Reina, y en sus territorios, queramos o no, somos sus súbditos.
Existe una segunda advertencia, antes de emprender el viaje, sus territorios son terrenos propicios para la confusión, y el error. Allí nuestra percepción del verdadero mundo exterior estará afectada.
Pero no se trata solamente del error y la confusión, ahí podemos ser víctimas también del ardid, de la astucia, del engaño de todas sus formas. Este es el territorio propicio para que nuestros enemigos busquen estafarnos. Pero no creamos que únicamente existen enemigos externos, en nuestro interior también tenemos enemigos. Aparece así, por influjo de la Luna, el autoengaño, las fantasías exageradas, el creer posibles empresas descomunales mucho más allá de toda factibilidad.
La influencia de la Luna puede producirnos además efectos indeseados sobre nuestros sentimientos. Puede hacernos caprichosos, llevarnos hacia una conducta errática, al desorden, a la duda. Pero no a esa duda razonable y sana que nos quita del error, sino a aquella que paraliza nuestras decisiones, llenándonos de angustia e impidiendo resolver nuestros problemas.
Una última advertencia a considerar, el territorio de la luna es aquel donde se mueven las "fuerzas oscuras del mal".
Por lo dicho, nunca entremos entonces en terrenos de nuestro inconsciente sin saber los peligros a los cuales nos exponemos. Más aún, nunca entremos en terrenos del conocimiento de "lo oculto" sin conocer los peligros a los cuales sometemos a nuestra mente.
Volveremos sobre estos temas cuando analicemos la imagen de la Luna. Sirvan estas primeras aproximaciones como advertencia antes de comenzar a transitar el sendero.

EL SENDERO
La imagen nos muestra un sendero angosto y sinuoso. Comienza su recorrido bordeando el pantano, luego pasa entre los perros, se desliza entre las torres y se pierde a lo lejos.
¿Por qué un sendero?. Dicen que amplio es el camino de la perdición y estrecho es el sendero que nos lleva a Dios. De este modo, simboliza el camino a seguir para llegar a la luz.
Esta es la etapa final de un viaje que se inició hace mucho tiempo. Un viaje de tipo circular, que va repitiendo la humanidad. Hemos partido de Dios para encarnar y en el cual la última etapa es reencontrarnos con él. Buscamos así "religarnos" con lo divino. Volver a unirnos al todo. Simbólicamente la Luna que, periódicamente, muere y renace, trayendo su luz difusa sobre la tierra, nos recuerda el viaje.
Estamos en la etapa final, el momento más oscuro, si encontramos el sendero y lo seguimos podremos salir finalmente del territorio de la oscuridad. Podremos dejar un mundo de falsa luz, proyectado por la luna, un mundo de sombras para entrar en otro mundo, el solar. Finalmente podremos ver todo "claro y distinto", entraremos así en el mundo de la verdad, de la luz.
Este sendero que recorreremos es una construcción humana. Fue realizada por aquellos que nos precedieron en el camino hacia la luz, lo han preparado para nosotros. Debieron construirlo en forma sinuosa, a efectos de poder evitar los obstáculos y los peligros del camino. Así el sendero nos permitirá bordear con seguridad el pantano, nos conducirá entre los perros y superando las torres podremos reencontrarnos con la Luz.
Pero el sendero no puede esperar. Debemos apurarnos a emprender el camino, no hay tiempo que perder. Observemos que la luna está en cuarto menguante, y que cualquier demora, nos enfrentará a la oscuridad total, impidiendo que veamos el sendero que puede llevarnos a destino. Así puestos presurosos en camino, nos enfrentaremos a la primera prueba, la del pantano.

EL PANTANO
Nos recuerda el mito Griego de Hércules. Hace referencia al Pantano de Lerna. Ahí donde él luchó con éxito contra Hidra y fue atacado por el cangrejo.
A este pantano, debemos bordearlo con cuidado. Debemos observarlo sin caer en él. Ingresar al pantano implicaría quedar "empantanados", atrapados en el pasado, en las fantasías del inconsciente, en sus terribles aguas. No entraremos pues en sus terrenos fangosos, que amenazan tragarnos. Aquellos que lo intentaron desaparecieron de la faz de la tierra, absorbidos por el mundo inferior, el mundo de lo infernal. Para evitarlo pisaremos firmes, sobre el sendero trazado por los sabios. De este modo evitaremos los productos de las mentes exaltadas que con sus falsas creencias buscan atraernos hacia la oscuridad.
El Pantano para tragarnos busca atraernos con su espejo de agua. Este espejo puede embelesarnos con sus imágenes invertidas, puede hacernos entrar en su mundo de fantasías. Un mundo irreal, de formas equivocadas y distorsionadas. Mundo ilusorio y de imaginación. Así el que confunde la realidad con su reflejo, se perderá irremediablemente. Estas aguas que simbolizan el inconsciente puede ahogarnos.
Pero el pantano no es sólo símbolo de las aguas del inconsciente, simboliza también otras aguas: las aguas uterinas y, por lo tanto, hace referencia al nacimiento y a la maternidad. Además de referenciar a la creación del humano también remite desde la pequeña planta, a la creación del mundo todo. De este modo, el arcano se encuentra asociado con el nacimiento de todas las cosas.
Además nos relaciona y vincula con lo femenino que hay en nosotros. Llama a las mujeres y a los hombres a descubrir la profundidad de sus propias energías femeninas: lo pasivo, la intuición.
Pero la intuición no es suficiente, para evitar caer en el pantano. Mientras se encuentre la realidad oculta por la tenue luz de la luna, tendremos que aprender a movernos en este mundo de tenues luces y de grandes sombras utilizando nuestro intelecto. Éste, como instrumento para nuestro pensamiento, nos permitirá llegar a la verdad, razonando aquello hacia lo que nos empuja el instinto y la intuición.
La intuición que viene dada desde lo alto y que nos conecta directamente con Dios, está amplificada y simbolizada por La Luna. A través de ella nuestra intuición se manifiesta.
¿Cómo puede ser que la luna, con su tenue luz nos llene de error y confusión y al mismo tiempo sea la portadora de la intuición para avanzar?. Es que el límite entre la verdadera voz de Dios que está en nuestro corazón y las fantasías de una mente debilitada es muy tenue. Así muchas personas creyendo escuchar a Dios han emprendido un supuesto camino espiritual que los ha conducido a los peores pantanos de la existencia humana.
Hemos hablado de intuición y de intelecto, dos características de nuestro ser que nos permitirá avanzar, falta ahora analizar el tercer factor: el instinto, esa característica que es propia del reino animal.
Pero esto deberá esperar al próximo número de nuestra revista, en el cual continuaremos con La Luna.


Autor: Dr. Dino Ricardo Deon.