NOCIONES DE RADIESTESIA APLICADA
TRABAJO DE PÉNDULO- VARILLAS DE RADIOMANTE

¿Cómo saber dónde implantar una vivienda y de qué forma nos afecta el lugar en donde la implantemos?.
Sabemos por los conocimientos impartidos por la arquitectura moderna, que debemos tener en cuenta aspectos como la buena orientación con respecto al asoleamiento de una vivienda, además de realizar estudios del suelo para tener en claro dónde fundar un espacio, a qué profundidad encontramos la tosca, etc... Pero no se toma en cuenta qué pasa con los movimientos y la energía que proviene de debajo de la superficie de la tierra.
Nuestro planeta Tierra es un ser vivo, al que debemos cuidar y respetar y como tal, irradia energía y es receptivo a las energías del cosmos.
Las energías telúricas pueden ser medibles por sistemas sofisticados de geofísica, los movimientos sísmicos y corrimientos de placas son detectables no sólo por los animales, que lo hacen de manera intuitiva, sino por sistemas ultrasensibles de recepción de ondas.
No se tienen en cuenta en el diseño y en la ubicación de los espacios habitables otros movimientos telúricos que afectan a los seres vivos. Hoy en día, la geobiología estudia estos temas. Pero en todas las culturas antiguas ya se conocían los efectos de las radiaciones terrestres sobre la salud, en China, hace 4.000 años atrás, se respetaban las venas del Dragón para realizar cualquier construcción. Estas eran las canalizaciones de energía terrestres.
El cuerpo humano tiene canales de energía, llamados NADIS, a los que recurre la medicina china para trabajar con los puntos de apucuntura, moxibustión o dígitopuntura (todas técnicas que trabajan con los caudales de energía del cuerpo, estimulándolos o sedándolos). Estos canales recorren el cuerpo de manera simétrica y forman redes.
En la Tierra sucede lo mismo, la retícula formada por los meridianos y paralelos trasportan energía. En el ser humano, los chakras son centros en donde se concentra la energía, al igual que en el planeta... Si llevamos a escalas más acotadas este concepto, llegaremos hasta una retícula ortogonal de 2,20 mtrs. por 2,20 mtrs., llamada RED de HARTMANN, como su descubridor, Dr. Ernest Hartmann, investigador alemán del pasado siglo XX, que tuvo en cuenta lo mencionado anteriormente y puso en marcha un sistema distinto de mediciones, que arriban a la conformación de la retícula ortogonal en cuestión.
Trazamos el plano energético del lugar, teniendo en cuenta lo que nos marcan los sensores: péndulo o varillas. En realidad nosotros somos los sensores, pero necesitamos recurrir a estos dispositivos, que traducen por nosotros lo que sentimos pero a su vez bloqueamos con el cerebro izquierdo. Todos somos sensibles a estas radiaciones, pero cuanto más esté neutra la persona, es más profundo su grado de sensibilidad. Las radiaciones patógenas provienen de vetas de agua subterráneas, fallas geológicas y fajas de radiación de la corteza terrestre, que son líneas de fuerza del campo magnético que cubren toda la superficie de la Tierra y tienen un espesor de 23 cm., conformando la retícula de Hartmann, con orientación Norte a Sur y Este a Oeste.
Son muros invisibles que van desde la corteza hasta la ionósfera, atraviesan el hormigón y afecta no sólo al espacio habitable que se encuentra en el nivel de la superficie de la tierra, sino también hasta el último piso de un edificio en altura.
Existe otra red de este tipo llamada CURRY, según su descubridor, Dr. Curry, es de diferentes características que la de Hartmann, está organizada a 45º con respecto ella.
Las radiaciones telúricas son el origen de dolencias y alteraciones en la personalidad de los seres vivos.
La ciencia moderna no tiene en cuenta estos aspectos. Recién ahora, la Organización Mundial de la Salud está comenzando a incorporar estos estudios para elevar la calidad de vida de las personas. Necesitamos de las energías cosmotelúricas, pero los puntos geopatógenos, en donde se concentran altas dosis de energía telúrica, alteran el funcionamiento normal de las células. Éstas tienen su propio campo magnético, al registrar la alteración terrestre, cada célula se despolariza, alterando su campo magnético.

En una tomografía se comprueba la rotación del eje magnético de los núcleos atómicos de las células sometidas a un campo magnético importante como el proveniente del tomógrafo.
Lo terrible es cuando nuestros arquitectos y diseñadores, sin manejar estos conceptos, colocan la cama específicamente (sitio en donde pasamos más horas), sobre estas radiaciones. La persona sufrirá de insomnio, entre otras disfunciones. En donde se cruzan las líneas ortogonales, allí, emiten los puntos geopatógenos y de allí debemos correr nuestras camas o mesas de comedor, o escritorios. Puede afectar a la persona de manera tal que origine estados de asma, circulatorios, tumores, artrosis, desvitalización general, insomnio, etc. Así como afectan nuestra salud las emanaciones de radiación, otras determinadas radiaciones, vinculadas a las vertientes o venas de agua, depósitos minerales, etc., conforman vórtices de energía que pueden afectar positivamente a los seres, sobre todo al sistema psíquico, y el ser trata de equilibrar su materialismo buscando la contraparte espiritual, esto sucede en santuarios, lugares de peregrinación, y sanación. Estos conocimientos eran utilizados por las distintas culturas que por vivir en contacto con la naturaleza eran más sensibles a las distintas radiaciones y es por ello que edificaban sus templos, menhires, dólmenes, obeliscos, etc., en estos lugares.


Autora: Arq. Cristina Curubetto.