EL COLGADO

Cuando era pequeña, no me gustaba ir al circo. Me aturdía la música estridente, el parloteo incesante de la platea, me daba pena ver a los animales privados de su libertad, enjaulados u obligados a repetir in eternum rutinas creadas para entretener al público, adivinaba la tristeza oculta tras el maquillaje de los payasos. Pero sin embargo, esperaba ansiosa la aparición de los equilibristas. Cuando ellos aparecían, me erguía en mi asiento, dispuesta a no perderme ni un segundo de su actuación, con la mirada fija atenta a todos sus movimientos, contenía la respiración al tiempo que redoblaban los tambores y ellos volaban por el aire para pasar de una cuerda a otra. De pronto los veía colgar cabeza abajo, con las piernas enganchadas en la barra de un ligero columpio, que suspendido a gran altura se balanceaba a veces rápida otras lentamente. Temía cayeran a la arena del ruedo y siempre me preguntaba que sentirían con eso de estar cabeza abajo.
La primera vez que vi a El Colgado de El Tarot, vinieron a mi memoria esas vivencias de la infancia y la antigua pregunta "¿Qué sentirían al estar cabeza abajo?" "¿Les dolería el cuerpo?" "¿Sentirían la cabeza más pesada?" "¿Sería placentera y descansada esa postura?".
Estas preguntas y muchas otras son más antiguas de lo que parecen, pues ya los viejos alquimistas, en su búsqueda del despertar espiritual se preguntaban si la postura invertida no serviría para el logro del mismo. Planteada así, esta teoría parece muy tonta, pero lo cierto es que El Colgado, como el resto de los arcanos de El Tarot, es un símbolo.
Si nos detenemos en su imagen, veremos que cuelga con las piernas cruzadas y las manos atadas a su espalda, de un árbol que hunde sus raíces muy profundamente en la tierra.
En algunos Tarots el árbol de El Colgado tiene la forma de la letra"T", que se podría asimilar a la parte inferior de la cruz ansata, el símbolo egipcio de la vida. En otros es una horca sostenida por dos árboles que presentan sus ramas podadas, ramas podadas que indican una muerte pero también la posibilidad de un renacimiento a una consciencia más elevada. En estos Tarots parecería que El Colgado estuviera encerrado en un ataúd, a la espera de este nuevo nacimiento, y abajo, entre las raíces de estos árboles podados corren las aguas subterráneas que le darán una nueva vida.. Su cabeza cuelga un poco por debajo del nivel de la tierra de donde nacen los árboles, como queriendo contactar con esta corriente vital.
Está sólo e indefenso, como a merced de las circunstancias, no puede hacer otra cosa más que seguir colgado y esperar. Obviamente esta situación es una dura prueba y nos hace pensar en todos aquellos ritos de pasaje o de iniciación, a los que desde la antigüedad, eran sometidos los discípulos de las escuelas iniciáticas. Para los egipcios estos ritos eran llevados a cabo en el interior de las pirámides, bajo el más estricto de los secretos; en otras culturas ellos consistían en pasar una noche en una cueva o en un bosque tenebroso, donde podrían acechar infinidad de peligros. Para otros la prueba consistía en enfrentarse a una fiera asesina sin más armas que sus propias manos, etc. Pero en todas ellas el objetivo era el mismo, enfrentar la posibilidad de una muerte sin más ayuda que la propia fortaleza interior.
Sin llegar al extremo es estas difíciles pruebas, cuantos de nosotros hoy en día podemos decir que no nos hemos sentido en algún momento de nuestras vidas como El Colgado. Cualquier circunstancia de nuestro cotidiano vivir, la pérdida de un trabajo importante, la muerte de un ser querido, un divorcio, una quiebra económica y tantas otras situaciones pueden hacernos sentir que nos quitaron el piso sobre el que tranquilamente caminábamos, y que ahora estamos suspendidos en el vacío, sin energía y sin fuerzas, librados a lo que el destino decida.
Si pudiéramos dejar de lamentarnos y de preguntarnos obsesivamente:"¿Porqué me sucedió esto a mí?" "¿Qué hice yo para merecer esto? Si pudiéramos atravesar el dolor, la angustia, el sufrimiento, que tal situación trae aparejada y dejarnos estar así, simplemente colgados, hasta que nuestra respiración se aquiete, se vuelva más lenta, profunda y rítmica, sentiríamos como una nueva energía va llenando nuestro cuerpo, nuestro corazón y nuestra mente. Nueva energía que nos llevará a hacernos la verdadera pregunta: "¿Para qué me sucedió esto?" "¿Qué tengo que aprender de esta situación?.
Para entonces es probable que comencemos a disfrutar de esta posición de estar colgados, que nos llevará a poder ver al mundo, sus circunstancias y a nosotros mismos de otra manera, desde otro lugar. Veremos entonces que El Colgado está sonriendo, que en realidad no está tratando desesperadamente de desatarse, sino que está bailando una alegre danza, acompañado por una melodía que surge de su propio centro recién descubierto.

Autora: Mónika Claudia Zajdman .