¿MITADES COSMICAS?
VIII Parte

Nota de los editores
Ustedes se preguntaran, queridos lectores: ¿por qué se suspendieron las entregas de la novela durante dos meses?. Nosotros nos preguntamos lo mismo.
Lo cierto es que este autor, desaparece sin avisar. Es como si se hiciese a la mar, y hasta que no se inspira no logramos que entregue el siguiente capítulo.
Respecto a las cientos de cartas recibidas, en las cuales se afirma, que nuestro autor es un ser carente totalmente de imaginación y que en realidad se estaría limitando a contar lo que le va sucediendo en su vida de relación, queremos decirles que coincidimos totalmente con sus opiniones, y tal es así que creemos que está sería la verdadera causa de la demora en la entrega de los capítulos.
¡Qué Dios lo juzgue por sus actos!.

Habíamos dejado a nuestro héroe, caminando por la baranda mientras los tiburones lo alentaban a dar un paso más hacia el infinito mar. Es que estos animales creen que es bueno que los humanos busquen en su interior, que se hundan en las profundidades de su propio mar, pero no demasiado, pues es engorroso comerlos si caen muy profundo.
Decíamos que nuestro Sol caminaba con los ojos cerrados.
“¿por qué?”, se preguntarán ustedes.
Pues la causa es que es difícil ver la vida tal cual es si mantenemos los ojos abiertos. Nos engañamos con las apariencias, nos distraemos con el reflejo de la verdadera vida, que escapa sigilosa muy cerca nuestro.
Volvamos a nuestro Sol. Cuando llegó la noche, cansado, se bajó de la baranda, y fue en busca de su Luna.
La encontró sentada en la cama del camarote, tranquila, ya no lloraba, ya no pedía. Las valijas estaba a medio hacer tiradas a un costado.
Cuando lo vio entrar se levantó, le sonrió, lo abrazó y lo besó con desesperación.
- "Eres mi sol" -le dijo- "olvídate de todo lo que te dije, lo único que quiero es estar contigo". "Es que te quiero tanto que me pongo celosa de la atención que le dedicas al Sistema Solar, y entonces comienzo a pensar en "tonterías". Dime que todavía me quieres y seré la luna más feliz del universo".
El Sol asintió, se dejó abrazar, pero esta vez no pudo sentir la energía de su Luna, el Sol se había cerrado sobre sí mismo. Luego en aparente unión se durmieron, la calma había llegado.
Al rato, nuestro Sol se despertó inquieto. Buscó imaginarse cómo sería vivir con este ser inestable, pero adorable, se sonríó recordando la canción "… la donna è movile cual piuma al vento…". Trato de verse viviendo toda la vida con ella y feliz. Esto sí que parecía un desafío acorde a un ser tan importante como él. Un ser que quería llegar al máximo posible de su vibración personal, que quería llegar a ser lo que su naturaleza le permitiese. También quería que su Luna alcanzase su máximo nivel. Quería crecer en pareja, entonces nuevas preguntas lo atormentaron:
- ¿Se podría crecer como pareja, sin crecer al mismo tiempo como persona?.
- ¿Podría ser la pareja un complemento para crecer mejor?.
- ¿Qué pasaría si cada miembro de la pareja crecía en distintas direcciones?.
- ¿Y si uno de ellos decidía dejar de crecer, que pasaría con el otro?.
- ¿Y si su Luna no quisiera crecer del "modo correcto" debía él imponerle su verdad?.
Nuestro Sol se levantó, y ahora, en vez de ilusionar a los tiburones, que siempre lo estaban esperando, se dirigió con paso firme a la cabina de mando. Tomó el timón del barco y se dirigió a tierra firme, a puerto seguro, a un lugar desde el cual, pudiese reflexionar sobre estas nuevas preguntas.
Fue entonces que recordó los pensamientos que había tenido el día del primer abrazo con su Luna. Ese día había pensado:
- ¡Que feliz soy!, ella va a estar siempre a mi lado, siempre estaré enseñándole cosas nuevas. Podré educarla, podré hacerla crecer. Siempre será Luna llena, pues le daré "todo" lo que ella necesite, todo lo que me pida, y entonces seremos felices para siempre.
Y con resignación susurró:
- "Cuan lejos hemos llegado en tan poco tiempo, ¿qué nos sucedió?".

Fin del Capítulo 8... Continúa leyendo el siguiente capítulo aquí.

Autor: Dr. Dino Ricardo Deon.