TRANSMUTANDO EL CANCER

- “Tengo cáncer”.
La terrible frase, congeló el lugar.
Luis dejó caer el cuchillo que estaba usando para poner manteca al pan, y mientras el ruido se propagaba por el bar, miró asombrado a su amigo de la infancia.
- Sí, tengo cáncer -volvió a decir Mario, mientras sus ojos se ocultaban tras una protectora nube de lágrimas.
- Pero... ¿por qué?, ¿cómo? -dijo Luis sin darse cuenta de lo estúpido que era preguntar eso, en ese momento.
Mario parecía no escucharlo, y como si estuviese en trance siguió hablando:
- Me dieron el informe hace tres meses, y fue como si una terrible pared de plomo cayese en frente mío separándome de la vida. Estoy muerto.
Luis se reacomodó como pudo y trató de buscar palabras para alentar a su amigo, que desde el otro lado de la pared de plomo no podía escucharlo.
Y mientras Luis hablaba, Mario pensaba:
- Es que los amigos quieren ayudar, quieren reconfortar, quieren que uno se cure. Pero cuan inútil es esto, no se dan cuenta de que no puedo hacer nada… -y siguió pensando:
- Ahora tengo dos problemas: cómo enfrentar el cáncer y encima la responsabilidad ante mis seres queridos de curarme de algo imposible de enfrentar. Un enemigo que desde dentro me ataca y me muerde. Un enemigo que soy yo mismo, mis propias células me traicionan, me quieren asesinar.
Entonces desde lejos escuchó la voz de Luis que le preguntaba:
- ¿Estás bien?.
Recién en ese momento se dio cuenta de que estaba hundiendo con bronca el cuchillo en la tostada, como si quisiese matar a alguien, ¿pero a quién?. Apoyó despacio el cuchillo en el mantel, y respondió:
- Sí, estoy bien. Estaba pensando que hay algo que lo desencadena, de pronto no queremos seguir viviendo. Una parte nuestra quiere morir. Esa parte lidera de a poco un grupo de células rebeldes, que ya no transmite a las nuevas células un mensaje de vida. Estas células comienzan a transmitir a las otras células sanas un nuevo mensaje: un mensaje de muerte.
Y la angustia le impidió seguir hablando.
Respiró profundo, se serenó y preguntó:
- ¿Por qué las otras células sanas que habitualmente identifican y matan a esas células rebeldes, ahora las dejan vivir?.
Y antes de que Luis pudiese contestar agregó:
- Además, dime ¿cómo lucho contra un enemigo que no veo?. Me doy cuenta que mis esfuerzos son inútiles, tiro trompadas al aire en un lugar a oscuras.
Luis estaba en silencio. Buscaba entender la lógica de su amigo, intentaba ponerse en su lugar. Buscaba un pequeño agujero en la pared de plomo para llegar a él.
Y Mario siguió hablando:
- Y encima estoy sin trabajo, hace nueve meses que me echaron del empleo.
La cara de Luis delató su sorpresa.
- Sí, soy uno más de esos hombres que perdió el empleo y que no encuentra una salida económica para mantener a su familia. De este modo estoy viviendo una vida que no es vida, y a veces preferiría estar muerto. No hay para mí, otra salida de esta situación, no aguanto más.
A Luis le hizo acordar la historia de los soldados alemanes durante la segunda guerra mundial, cuando se retiraban caminando del helado suelo ruso y, agotados, se dejaban caer sobre la nieve, abrazándose a ese descanso tan reparador, que los llevaba irremediablemente a la muerte.
Luis buscó de orientar los pensamientos de su amigo hacia otro lugar, y afirmó:
- El Cáncer es una desarmonía del ser, muchas veces originada en situaciones de pánico continuo, o por una serie de sentimientos y sensaciones negativas, que desordenan nuestro cuerpo energético, llevándolo al caos con la consiguiente pérdida de energías. Por esto una vez detectadas las causas es factible iniciar tratamientos que… Mario lo interrumpió:
- No creo en la medicina tradicional, pero tampoco creo en las otras alternativas de cura.
Fue entonces que Luis preguntó:
- ¿Cómo sería tu vida si te curases?.
Por la mente de Mario, en segundos, pasaron muchas imágenes: primero la bronca con la empresa desagradecida que lo había echado luego de 20 años de trabajo, luego la imagen de su búsqueda inútil de empleo, más tarde la imagen de su señora que buscaba desesperada distintos métodos de cura, finalmente imágenes del esfuerzo que hacía todas las mañanas para levantarse, para nada...
Y declaró:
- "Estoy condenado a muerte, no hay vida para mí".
Luis, ignoró la respuesta y dijo:
- Hace poco un amigo llamado Luis Romero, en un Congreso, dio un ejemplo que considero clave: si te dicen que tienes que pelear dentro de treinta días con un boxeador muy fuerte, no solamente te entrenarás lo mejor que puedas, sino que además, si te lo permiten, llevarás contigo a toda la gente que puedas para que te ayude a vencerlo. Si puedes llevarás a cien amigos, y entre todos podrán vencer a ese boxeador -hizo una pausa deliberada para que la imagen hiciese efecto y agregó:
- "Para vencer al Cáncer, primero tienes que entender que no estás solo, así lo podrás vencer, no tu solo, ¡no!. Tu y tus cien amigos".
- ¿Mis cien amigos? -preguntó intrigado Mario.
Luis asintió con la cabeza, y preguntó con curiosidad:
- ¿Quieres que hagamos juntos la lista de tus cien amigos?.
Y por primera vez el cuerpo vencido de Mario se irguió, levantó su cabeza, sus ojos se iluminaron y miraron los ojos de Luis. En ese momento de su boca salió una sola palabra, una simple palabra, cargada de una hermosa energía.
- "Sí".
La esperanza había nacido.

Autor: Dr. Dino Ricardo Deon.