¿MITADES COSMICAS?
III Parte

Una lectora nos dice respecto a la novela: "Más allá de lo que piensen y sientan, nuestros protagonistas están sumergidos en el mismo sistema, lo que hace que se encuentren (aún a pesar de sus personalidades) y vibren juntos, pues son estos los movimientos innatos y naturales de un equilibrio cósmico que los nutre a todos".
Esto es absolutamente cierto, estaban destinados a encontrarse, y destinados también a vibrar juntos. Pero, ¿por cuánto tiempo?.

Vamos de una vez a la novela:
El Sol, ya había hecho todos los cálculos necesarios. Había medido órbitas, efectos gravitacionales, masa y aceleración de los objetos. El Sol había calculado además exactamente el momento para declararse a la Luna y así lo hizo. Fue el día que la Luna llegó a la cuarta clase, estaba tan hermosa como siempre. No, no es exacto. Estaba más hermosa que nunca, o por lo menos así lo vio el Sr. Sol, al encontrarse con semejante "Luna Llena". Una luna que como toda luna que se precie de ello, reflejaba exactamente todo lo que el Sol ponía en ella. De este modo el Sol creía haber encontrado su ideal.
En estas circunstancias nuestro astro comenzó la clase titubeando, inseguro de sí. Algo que hubiese extrañando a cualquiera que no supiese los difíciles momentos afectivos que atravesaba.
Mientras el Sol transpiraba copiosamente, y seguía cometiendo errores, la Luna lo miraba divertida, protegida por su filtro solar Nº 32, y sus lentes negros. Es que ella intuía el momento, ella sabía que el rey Sol estaba por sucumbir ante sus encantos. Ya se veía en sus brazos, y le parecía fascinante que un ser tan poderoso pudiese compartir el trono con una Luna como ella. Luego se acomodó sus anteojos mientras pensaba:
- Creo que en pocos meses podré lograr que este Sol cambie, para que ya no me molesten sus rayos tan intensos. Además el lugar donde está viviendo no es el adecuado para nosotros, nosotros nos merecemos vivir en un palacio, no en un claro del bosque. Cuando sea oportuno haré que se de cuenta, por sí solo, donde le convendría vivir.
Las palabras del Sol, hicieron que la Luna saliese abruptamente de sus pensamientos.
- Me gustaría saber -estaba preguntando el Sol- qué características debería tener un astro para que la órbita de una Luna se dirigiese hacía él.
Y ella contestó de inmediato:
- Cariño y protección.
El sol se sintió volar por los aires, pues sabía que le podía dar eso y mucho más, entonces mientras la envolvía y acariciaba con sus rayos protectores, le dijo:
- Te amo, te estuve esperando muchos siglos, eres el ser que el destino del firmamento puso en mi camino, para que desde hoy nuestras órbitas sigan juntas sin separarnos jamás. Seremos el uno para el otro. Por lo tanto te pido formalmente que nos pongamos juntos en la misma órbita.
A tan importante revelación la Luna contestó, entre sonrisitas, y ruborizándose un poco:
- ¿Le parece majestad? ¿una niña como yo al lado de un astro tan sabio y antiguo como Ud.?.
Y mientas decía esto se puso delicadamente dentro de la órbita del Sol.
Finalmente estaban unidos.
Y así unidos entre abrazos y caricias, el Sol pensaba:
- ¡Qué feliz soy!, ella va a estar siempre a mi lado, siempre estaré enseñándole cosas nuevas. Podré educarla, podré hacerla crecer. Siempre será Luna llena, pues le daré "todo" lo que ella necesite, todo lo que me pida, y entonces seremos felices para siempre. ¿Para siempre?

Fin del Capítulo 3... Puedes continuar leyendo el siguiente Capítulo aquí.

Autor: Dr. Dino Ricardo Deon.