EL MAGO

¿Quién es este señor?. Todos lo conocemos desde muy niños. ¿Quién no ha ido al circo alguna vez?. Desde el ruedo nos sorprendían y fascinaban sus trucos y malabarismos, ora lanzando esferas de colores que en el aire se transformaban en globos, ora guardando pañuelos en una galera de la que luego de un momento de expectación, con un toque de su varita mágica dejaba escapar una blanca paloma, ya sea tomando una moneda con su mano derecha a la que hacía aparecer luego en su mano izquierda y que luego increíblemente y sin saber cómo, aparecía detrás de nuestras orejas o en el bolsillo de su chaquetón.
Apoyando los codos en nuestras rodillas, conteníamos la respiración, con los ojos abiertos y sin pestañear seguíamos todos los movimientos de sus manos.
Sus manos, que siempre eran más rápidas que nuestra vista. Era increíble y siempre nos planteaba el interrogante ¿Cómo lo hace?. Aquel prestidigitador del circo era el mismo que mostraba espectáculos de magia más complejos desde el escenario de un teatro; el mismo que hoy en día, y apoyado por toda la tecnología moderna nos sigue maravillando con trucos muy complicados y riesgosos, como sumergirse bajo el agua o volar por los aires ante nuestra azorada mirada. Siempre es el mismo. El mismo que desde su lugar en el Tarot muestra los elementos desplegados sobre su mesa como invitándonos a participar en una sesión de su magia particular.
Al igual que su hermano El Loco, El Mago va vestido de mil colores y también como él, lleva una vara en su mano. Pero mientras que los colores del vestido de El Loco no tienen orden ni medida, la vestimenta de El Mago guarda la armonía dada por el juego de opuestos que se complementan.
Mientras el Loco llevaba su vara al hombro como al descuido y sin saber de su poder, El Mago sostiene su varita firmemente en su mano dispuesto a usarla para mostrarnos su magia. Pero ¿Cuál es la magia que El Mago nos quiere enseñar?. Nos indica el momento de la toma de conciencia de nuestros deseos y necesidades, el momento de pasar a la acción para llevar a la manifestación en nuestro mundo cotidiano y concreto lo que bulle en nuestra imaginación.
Por eso su número es el 1, es el verdadero comienzo, el punto de partida, el primer paso hacia la tierra firme.
Con su varita, no sólo transforma los objetos dispuestos sobre su mesa de trabajo (objetos que representan los cuatro elementos de la Alquimia: fuego, tierra, aire y agua) sino que los llena de vida, hace que cobren sentido y propósito. Como los antiguos alquimistas, pues él mismo es un alquimista, El Mago busca transformar el plomo en oro. Los alquimistas en sus laboratorios sometían a ciertos materiales a determinados procesos químicos con el objeto de encontrar la esencia (el oro) escondida en la burda materia, a este proceso llamaban ellos " transformar el plomo en oro".
C. G. Jung estableció la relación entre los distintos pasos del trabajo alquímico y sus correspondientes etapas en el proceso de individuación de la psiquis humana, pues en definitiva sólo se trata de eso "liberar el espíritu encerrado en la materia".
Y El Mago del Tarot es el encargado, con su varita mágica, de transmitir desde el Cielo la energía necesaria, para que nosotros en la Tierra, encendamos la llama de nuestro laboratorio interior y comencemos la tarea única y personal de encontrar nuestro propio oro interior, liberar nuestro espíritu, descubrir nuestro SI MISMO.



Autora: Mónika Claudia Zajdman.