¿MITADES COSMICAS?

A partir de este número de la revista, y tratando de mantenernos en la cresta de la ola, respecto a las novedades en materia de publicaciones, comenzaremos con la impresión de la novela "¿MITADES COSMICAS?", por entregas. Esta modalidad ha sido usada durante el siglo XIX y parte del siglo XX, en los principales diarios del mundo y queremos aplicarla ya en nuestra revista. En consecuencia cada mes editaremos un capítulo hasta completarla.
Uds. se preguntarán:
- ¿De que trata la novela?.
Sobre esto, les podemos dar la misma respuesta certera que nos dio el autor:
- Sobre mitades cósmicas.
Uds. se preguntarán:
- ¿Cuántos capítulos tiene está novela?.
Consultado sobre este tema, el autor dijo:
- Ni yo lo sé.
Debido a que ya le habíamos pagado al autor sus honorarios por escribir la novela, y lo notábamos un poco dubitativo cuando le exigimos la entrega del material escrito, decidimos preguntarle si la novela tenía final feliz.
Éste contestó:
- ¿Cómo puedo saberlo, si todavía no lo escribí?.
Realmente al Staff de esta revista no deja de sorprenderle la sutileza del lenguaje de ciertos escritores, que nos provoca a los simples mortales la sensación de no entender lo que dicen.
Pero para no parecer ignorantes, ante la respuesta del autor, le hicimos una pequeña sonriza y cambiamos de tema, mientras recibíamos de su mano temblorosa el siguiente texto:

Capítulo 1

"La Luna y el Sol se encuentran"

Dicen que en las novelas, como en la vida, las historias pueden contarse de muchos modos distintos. Esto es precisamente lo que sucedió con una novela sobre la Luna y el Sol, o sobre una chica en un bosque "bastante oscuro".
Pero basta de prolegómenos y vamos a la novela, que comienza así:
Hace mucho tiempo, en una comarca muy lejana, vivía, en un bosque muy oscuro, un Sol. Vivía era un modo de decir, pues en realidad sobrevivía entre suspiros y suspiros. Y aquí la historia nos plantea dos preguntas: ¿Por qué nuestro Sol suspiraba tanto? y ¿Qué sucedía cuando suspiraba?.
Vamos a responderlas de a una: Nuestro Sol suspiraba tanto porque estaba enamorado. Sí, enamorado de una Luna, no de una Luna cualquiera, sino de una luna en forma de chica. De una chica tan especial que ni siquiera el Sol la conocía, solo la intuía, y por eso suspiraba y suspiraba esperando encontrarla algún día.
Mientras tanto pasaban delante de él otras lunas, pero ninguna le producía efecto alguno. Algunas lunas reflejaban su luz, pero como dijimos nuestro Sol buscaba una Luna muy especial: él sabía que su Luna tenía luz propia, no dependía de los demás.
A pesar de estas características positivas, el Sol intuía que su Luna estaba perdida, y cuando lo intuía se preguntaba:
- "¿Cómo me va a encontrar, si ni ella se puede encontrar, si está perdida?".
En realidad nuestro sol, con esta pregunta, estaba proyectando afuera sus propios miedos, pues era él quien en realidad estaba perdido, sin su Luna.
Pero me estoy deteniendo demasiado en esto y todavía no les conté que sucedía cuando suspiraba, pues simplemente que por su boca salían bocanadas de fuego, y de ese modo quemaba todo lo que estaba a su alrededor. Esto provocaba que sus allegados mantuviesen una prudente distancia, fuera del alcance de esos suspiros, acrecentando su sensación de soledad.
Era casi cómico ver desde lo alto un bosque tan tupido y en el medio, en lo que se denomina un "claro del bosque" un sol sentado, sosteniendo su barbilla con una mano, como la famosa estatua del pensador, y suspirando fuego, casi como un lanzallamas.
Decía que era casi cómico, pues en realidad el efecto que producía era de pena. Un Sol que otrora se encontrara rodeado de muchos seres que felices lo escuchaban y se entibiaban al lado de sus cálidos rayos. Seres que buscaban la luz que él emitía, pues de este modo podían ver las cosas mucho más claras que antes. Y ahora nuestro Sol con su comportamiento los alejaba. Es que no podía compartir su pena.
Y esta pena que el Sol sufría era tan grande que un día Don Dios, miró para abajo hacia el claro del bosque, y cansado de verlo solo y suspirando fuego, se propuso intervenir.
Lo hizo de un modo muy particular, y aquí aparece en escena nuestra amiga la Luna, en forma de muchacha.
Ella, que estaba perdida en este bosque oscuro, de pronto vió la luz a lo lejos, y se acercó cautelosamente, luego sintió el calor, y se acercó más mientras se decía:
- "Realmente este ser, este Sol es admirable."
Y tímidamente pensó:
- "Que hermoso sería que un Sol así, guiase mi camino", y pidió hablar con él.
El sol la atendió personalmente y esto la sorprendió y alagó.
Es más el Sol se ofreció a enseñarle mucho de lo que sabía, pues dijo que reconocía en ella la misma curiosidad, la misma necesidad de saber que él tenía de joven.
Lo que no le dijo el Sol fue que la reconoció de inmediato, y que entonces dejó de suspirar.

Fin del capítulo 1... Continúa con la parte 2 aquí.

Autor: Dr. Dino Ricardo Deon.