COSAS DE LA LUNA

Desde la antigüedad se conocía la enorme influencia que la Luna ejerce sobre nuestro planeta, aunque sólo tiene aproximadamente un cuarto de su tamaño. También se sabía que es el astro que actúa como mediador entre la Tierra y el Cosmos.
Los antiguos chinos ya conocían la particular influencia que tiene la Luna sobre nuestras emociones y consideraban que representaba la parte femenina, pasiva y contenedora (denominada "Yin") de nuestro inconsciente, opuesta al Sol como aspecto ejecutor, masculino y extrovertido (o Yang) de nuestra vida, y relacionado con la parte consciente de nuestra mente.
En general, las civilizaciones antiguas tenían conocimientos sobre la Luna tan precisos, cuyos datos recién la ciencia contemporánea ha podido corroborar, que resulta admirable en especial si se tiene en cuenta que se trataba de culturas anteriores aún a la era cristiana, épocas en las cuales el mundo todavía no había sido descubierto en su totalidad, ni se conocía siquiera a ciencia cierta su forma.
Tomemos por ejemplo el hecho de que la Luna se ve diferente desde los dos hemisferios. Cuando en el Hemisferio sur se ve el cuarto creciente (el Sol ilumina el costado izquierdo de la Luna y se ve la parte plana orientada hacia el este), en el Hemisferio norte se ve el cuarto menguante, o sea que el Sol la ilumina desde el costado derecho y se ve la parte oscura orientada hacia el oeste. Los antiguos navegantes conocían ya estos datos y los tenían en cuenta para marcar su rumbo.
Además se conocían de modo increíblemente exacto los cálculos de los ciclos del astro y su influencia sobre la vida biológica. En la mayoría de las culturas antiguas se tenían en cuenta las fases lunares para las siembras o las cosechas y se podían predecir las lluvias gracias a la Luna. También conocían su acción sobre las mareas, y sabían de su influencia sobre los ciclos femeninos. Como no ignoraban que también modificaba las fuerzas energéticas que mueven al hombre, realizaban sus ritos durante la Luna llena, si buscaban la expansión total, el mayor despliegue de energía, la máxima potencia (por ello lo utilizaban para la iniciación de guerreros, médicos, jóvenes que debían contraer matrimonio para aumentar su fertilidad, etc.). Hoy sabemos que el plenilunio tiene la propiedad de exacerbar todas las cualidades del ser humano: los enamorados buscan la Luna llena porque bajo su luz alcanzan la plenitud del amor. Como contrapartida, durante esas noches aumentan la cantidad de crímenes, asaltos y violaciones.
Todo aquello que yace en el interior de una persona, se ve exaltado en estos días. No en vano la sabiduría popular utiliza frases como: "está con la Luna", "es un lunático", etc.
En cambio los rituales de Luna nueva se realizaban con propósitos de generar nuevas fuerzas, para gestar cambios, para proyectar nuevas conquistas, para las siembras. En efecto, el novilunio es un período de mayor incertidumbre y retraimiento, pues es el momento en el que se está creando una forma que irá creciendo a lo largo del mes lunar (hoy se tiene en cuenta para los transplantes, los cortes de cabello, etc., por la fuerza generadora que conlleva).
En este punto nos encontramos ante el dato más interesante de nuestro astro: ¿Cómo podían los antiguos calcular con tanta exactitud las fases siendo tan complejo el cálculo del tiempo de recorrido de la Luna? En su órbita de 360º alrededor de la Tierra, hay una diferencia de cerca de 50.000 kms. entre la menor y mayor distancias hasta esta (el perigeo y el apogeo). Emplea exactamente 27 días, 7 horas y 43,2 minutos en completar estos 360º, período al cual se denomina mes sidéreo. Pero lo curioso es que en realidad este no es el tiempo exacto entre una Luna nueva y otra. Todos sabemos que entre dos novilunios transcurren 29 días (con 12 horas y 44 minutos para ser más exactos). ¿Cómo explicar esta diferencia? Es muy simple. Como la Tierra gira alrededor del Sol 1º por día, cuando la Luna regresa al punto del Zodíaco en que se encontraba durante la Luna nueva precedente, (del cual transcurrieron 28 días), se encuentra con que el Sol no esta en la misma posición, sino que durante ese período, avanzó otros 28º.
Por tanto la Luna, que se mueve cerca de 13º por día, tarda un poco más de dos días en alcanzar este nuevo grado en el que se ubica el Sol. Es por este motivo que, visto desde la Tierra, los ciclos lunares son más largos que los meses sidéreos.
Sin duda las antiguas civilizaciones tenían conocimientos mucho más avanzados de lo que imaginamos. Pero, de dónde o cómo obtenían tanta exactitud en la información, continuará siendo un misterio para nosotros.

Autores: Staff de la Revista Crecimiento Interior.