TRANSFORMACION Y CAMBIO

Transformación y cambio... dos palabras con significados semejantes, pero que encierran propuestas bien diferentes al actuar en nuestras vidas. Con certeza, cualquiera de esos procesos nos lleva a crecer, mejorar y evolucionar, pero es importante entender las (no siempre) sutiles diferencias que van detrás de esos efectos, que en el simbolismo astrológico se relacionan respectivamente a los planetas Plutón y Urano.
La comprensión del significado individual de cada uno de esos planetas nos llevará a percibir los procesos transformadores que marcan nuestra vida, pero que deben ser encarados con posturas totalmente diferentes. así, cuando pensamos en lo que significa una transformación, precisamos evocar la simbología plutoniana. Transformar es más que cambiar: es alterar la forma del ego que existe. Si Ud. realiza un simple cambio, cambia una camisa azul por otra amarilla; pero ¿qué pasaría si incrementa la camisa azul, tornándola totalmente diferente? Esa es la propuesta plutoniana, o sea, Ud. no puede simplemente cambiar, sustituir, Aquí es necesario conocer profundamente lo que se posee, sea un objeto, un sentimiento o una situación, y a partir de ahí, regenerar, transmutar, alcanzar la octava superior (o a veces, la inferior).
Imaginemos las alteraciones plutonianas como un movimiento espiral. Dentro de una misma situación somos atraídos en varios niveles, y en esos momentos que conocemos los extremos de Escorpio, viendo del más elevado y transmutado de los sentimientos, al más cruel e insidioso deseo. Así, en el proceso de transformación, nada esencialmente nuevo entra en nuestra vida; lo nuevo tendrá que vivir de lo que tiene de más bello y conocido. Grandes descubrimientos se realizan en estos momentos, ya que en los procesos de transformación estamos obligados a una profunda interiorización y, como en un volcán, todo lo que está latente, o aún adormecido, es lanzado a la superficie en forma intensa.
En el Tarot se encuentra ese simbolismo retratado en el Arcano XX, "El Juicio", que a pesar de ser un arcano que indica cambio, este surge siempre a partir de algo conocido del pasado. No importa si de un pasado reciente o de un vínculo de vidas anteriores, mas la situación que se presenta siempre nos es familiar. Así es el efecto Plutón. La casa que este planeta ocupa en el mapa natal o en tránsito, recibe siempre una semiente plutoniana, que, por más que tengamos la ilusión de haberla eliminado, un día resurge de sus cenizas.
Ahora, si el asunto es el cambio, la historia es otra. Es Urano quien rige los cambios radicales, lo absolutamente diferente, lo nuevo. La sensación más común en un tránsito de Urano es el sentimiento que nos fuimos a dormir con todo en nuestra vida acomodado y bajo control, y al despertar, nada está como antes, la vida quedó cabeza abajo. Mientras que en el proceso de transformación enterramos algo que existe, en los procesos de cambio el panorama se transforma y nos vemos llevados a situaciones ates nunca vivenciadas. La sensación de "dejà vu", tan común en situaciones plutonianas, aquí es substituida por la perplejidad y el espanto, sentimientos frecuentes en los procesos uranianos, ya que todo lo que surge en esos momentos en nuestro camino es diferente, original, sin igual.

En el Tarot encontramos el Arcano XVI, "La Torre", que es lo que más refleja los cambios radicales, o aún la ruptura de estructuras existentes. Es de esperar que "La Torre" sea uno de los arcanos más temidos, ya que indica un proceso luego del cual, nada más será como antes: ninguna estructura rígida o acomodada se mantiene durante el proceso representado por Urano y por la Torre, el cambio.
Así como en "El Juicio" y Plutón imaginamos un volcán escupiendo su lava desde el interior, con "La Torre" y Urano vemos terremotos echando por tierra todo lo que era aparentemente sólido e inamovible. En un proceso uraniano de nada sirve la experiencia conocida, la seguridad conquistada. Luego Ud. sentirá como si estuviese en un país diferente, en otra cultura, aprendiendo todo de cero. De todos modos, cuando lidiamos con esos símbolos, entramos en contacto con fuerzas colectivas que en ciertos casos llamamos kármicas. En el fondo, la gran sabiduría para lidiar con tales situaciones es practicar la "pasividad activa" que el Zen nos enseña, y no oponer ninguna resistencia a los designios de la vida. Esas fuerzas son como un gran océano que nos atrae, y en esos momentos somos atraídos por él. Los más sabios perciben luego que la mejor actitud en estas circunstancias es flotar y dejar que la corriente nos lleve para algún lado, el mejor lugar. Así no se cansan y, cuando menos lo esperan, llegarán a la playa. Los ahogados, que piensan que el poder personal está por encima de todo, generalmente no reconocen el llamado del momento y tratan de nadar contra la corriente con todas sus fuerzas. Obviamente, el resultado de este esfuerzo por luchar contra algo mucho mayor que ellos mismos es el cansancio, la fatiga, y, en consecuencia, el ahogo.


Autora: Staff de la Revista Crecimiento Interior.